Una mañana fría y muy húmeda en Las Tablas de Daimiel encontré este cardo cubierto casi completamente de una tela de araña. El rocío de la mañana había depositado en la tela diminutas gotas de agua lo que le hacía parecer un regalo envuelto en hilos de perlas.
viernes, 11 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario