La falta de visión siempre nos traslada a un estado de inquietud. No tenemos información suficiente sobre el lugar en el que nos encontramos para poder controlar al cien por cien nuestras sensaciones. El resto de sentidos incrementa su capacidad para mantenernos alerta ante posibles descubrimientos. Y un mundo mágico se presenta ante nosotros. Ahora depende de nosotros decidir hasta dónde queremos llegar.
